Siempre he sido una persona ansiosa que planifica todo hasta el extremo. Por eso ese día salí de casa pensando qué mentira inventarme para no concertar la segunda cita con el tío con el que iba a quedar. Porque una persona normal queda con alguien y ya. Pero mi cabecita y yo teníamos que organizar hasta la posible segunda cita.
Llevábamos una semana hablando por Tinder, pero yo ya tenía claro que no teníamos absolutamente nada en común. Era un pijo de derechas al que le había caído en gracia porque seguramente a sus padres les iba a parecer un horror sentado en la mesa el día de Navidad. Me estaba poniendo a sobrepensar las situaciones como siempre. No había sentado el culo en la cafetería y ya me veía cenando en casa de mis futuribles suegros.
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